Lira porteña n° 23

Una artista invisible

Por Bruno von Beck Oyarzun

Sobre Sofía Isabel se puede decir que desde muy joven se interesó por el arte, la literatura, filosofía, la música, la artesanía y la obra de grandes artistas del siglo 20 y sobre todo por la vida y la naturaleza.

Dos aspectos esenciales influyeron en el hacer de Sofía:  

  • la vida misma con sus pormenores y rutinas
  • los “sueños que se anidaron en su alma”

Su vida transcurrió así entre sus sueños y su realidad como mujer de su época.

Realizó algunos cursos en la Escuela de Artes Aplicadas en los años 40 y más tarde en los años 1950 de escultura en la Escuela de Canteros Pedro Aguirre Cerda de la Universidad de Chile con Samuel Román.

Entre 1969 y 1972 cursó clases de grabado en el Instituto Cultural de Las Condes con Florencia de Amesti donde se apasionó por esta técnica que perfeccionó en su taller durante casi 10 años.

Entre los años 1984-91 Sofía realizó una metódica introspección y autoconocimiento con la escultora Wilma Hanning cuyas conclusiones marcaron algunos de sus trabajos de grabado, esculturas y pinturas. 

Los apuntes de sus sueños nos dan una idea de la imaginería presente en sus obras y la búsqueda de lo metafísico en ellas. Figuras de la mitología y escenas de marcada carga erótica dan cuenta de su conciencia y postura como mujer ante la sexualidad. 

Navegó e investigó desde muy joven en distintas áreas como la poesía, la cerámica, el grabado y muy tarde en la pintura bajo la tutela de René Poblete y Benito.

Su admiración por las culturas precolombinas y sus objetos de greda la inspiran también a incursionar en la alfarería y cerámica artesanal.

En vida Sofía isabel nunca logró acumular el empuje personal suficiente así como liberarse de su timidez,  exponer sus obras, darse a conocer y superar la auto limitación e incapacidad de saltar las vallas y convenciones impuestas a la mujer por la sociedad en parte debido a su permanente preocupación por las tareas a las que se avocó como madre y esposa en la sociedad convencionalista y conservadora de la época.  Esa realidad le impidió salir de los esquemas tradicionales obligandola al encerramiento y a la negación de exponerse a la comunidad. 

Sofía fue una mujer artista invisible.

La transgresión de ciertos límites no se le concedía a una mujer en esa época. 

Su obra está marcada por la investigación del yo a partir de esta infelicidad o inconformidad y la retroalimentación como artista a partir de sí misma, de su soledad y dolor como fuente de inspiración, situación recurrente por lo demás en la historia del arte.

Su anhelado espacio de libertad interior Sofía lo encontró a través del arte. La búsqueda de esta libertad, un sentimiento propio del romanticismo como lo entendían los románticos alemanes del siglo 19, la acompañaron en todo su camino artístico.

Para saldar la deuda que Sofía tiene con sus admiradores aprovechamos la oportunidad que nos ofrece el Museo Universitario del Grabado para recuperar su historia como acertadamente se titula esta exposición (Historias recuperadas) y gozar en este espacio una selección de obras gráficas de Sofía en la que se reflejan de manera profunda sus sensibilidades y su actitud ante la vida. 

Sofía Oyarzun, Las virgenes de Puritana, Aguafuerte y aguatinta, 24,3 x 39,9, Indeter.

Sofía Oyarzun,La proyección, Aguafuerte y aguatinta, 17,8 x 33,5, Indeter.

Sofía Oyarzun, La hipotenusa del centauro, Aguafuerte y aguatinta, 28 x 38,6, Indeter.

 



Bruno von Beck Oyarzun

Diplom Ingenieur Architekt por la Technische Universität München, Alemania, miembro de la Architektenkammer de Baviera,

Título de Arquitecto por la Universidad de Chile.