Lira porteña n° 05
La alegoría en el grabado de Hermosilla
Por Jorge Martínez García
Carlos Hermosilla Álvarez (1905-1991) realizó una extensa y variada producción en grabado, incluyendo obras en las técnicas maestras de xilografía, calcografía y litografía. El Fondo de las Artes de la Universidad de Playa Ancha posee una colección de 1527 estampas y 384 matrices, así como 3500 dibujos preparatorios y 96 monotipos del autor, constituyendo el catálogo razonado de su obra grabada. Esta importante colección se encuentra disponible para exhibición e investigación en el Museo Universitario del Grabado.
Desde sus inicios como grabador en 1927, la obra de Hermosilla se orienta hacia la temática social, desarrollada a través de las técnicas xilográficas del tallado en madera y el linóleo, y de las técnicas calcográficas del aguafuerte y la puntaseca. Surgen así retratos característicos, escenas de oficio y personajes populares, a la manera del realismo social latinoamericano. Hermosilla desarrolla una obra multiforme a la vez que temáticamente recurrente: caras “de pueblo” y “de la raza”, trabajadores de la tierra y el mar, obreros de la industria y la mina, gente del campo y la ciudad. Esta obra conecta con el muralismo mexicano y la estética latinoamericana de los años 40 y 50, con Leopoldo Méndez y Cándido Portinari como ejemplos representativos.
El lenguaje gráfico de las primeras xilografías se ve enriquecido por la fluidez y la soltura de trazo que aporta el linóleo. Gracias a la linografía, se enriquecen las posibilidades expresivas del grabado. Hermosilla desarrolla el grabado con ritmos lineales de expresionismo vitalista, que convocan energías telúricas en expansión, aprovechando el efecto que propicia el material. En la xilografía, la línea es aguda y cortante, como viento frío; en la linografía, envolvente y cálida, como luz interior. La xilografía se utiliza con gran maestría, aprovechando las limitaciones impuestas por la madera, a la vez que las ventajas que permite la dirección de la veta, incorporando la materialidad en la realización del grabado. Lo mismo sucede con el linóleo, por su plasticidad y maleabilidad, que permite realizar un diseño limpio y fluido, que produce efectos cargados de dinamismo. Con el linóleo, Hermosilla desarrolla un estilo personal de gran expresividad. Sus linografías se caracterizan por un patrón visual que semeja construcciones vidriadas, transparentes, traslúcidas, donde los planos y los objetos se superponen, según una estética que
recuerda la gráfica del cubismo analítico de George Braque y Pablo Picasso, pero también la estética futurista de Carlo Carrá y Giacomo Balla, con su énfasis en la descripción maquinista, centrada en el ritmo y la serialidad. El artista hace hincapié en la repetición del modelo (aviones, rostros, banderas) y en la expresión del movimiento, manifiestos en la transparencia de los cuerpos y en el diseño lineal envolvente. Ello resulta evidente en la llamada Serie de las banderas, extenso conjunto de linografías donde se desarrolla lo mejor de su repertorio gráfico. Son obras donde la destreza técnica se utiliza para reunir y superponer imágenes en un conjunto abigarrado y traslúcido. La temática de la serie adquiere un lirismo gráfico y poético que recuerda la pintura de Henri Matisse, marcada por la energía que fluye a través de la representación.
En paralelo a los desarrollos técnicos y temáticos de la Serie de las banderas, Hermosilla inicia un proceso de síntesis formal. Esta síntesis dará lugar a un conjunto de obras que se destacan por llevar las imágenes hasta los límites de la representación, privilegiando lo compositivo por sobre lo descriptivo, sin perder por ello su capacidad evocativa. Si consideramos la evolución del lenguaje gráfico del artista, el desarrollo de una obra “abstracta” se reconoce, entonces, como un paso natural en la búsqueda de los límites de la figuración, pero sin salir completamente de ella. La idea de composición ordena y contiene el conjunto de las fuerzas que amenazan con desmembrar la imagen. La composición sirve asimismo para dirigir y ordenar el despliegue en cascada de las formas orgánicas.
En el linóleo Alegoría Hermosilla despliega lo mejor de la batería de recursos técnicos y expresivos de su lenguaje gráfico, característicos tanto de la Serie de las banderas como de los grabados más abstractos. En esta obra de gran formato (54,3 x 52,6 cm), se dan cita una multitud de símbolos e imágenes que resumen de manera notable la temática del artista, así como las etapas de su evolución gráfica: desde la función descriptiva y realista de las imágenes, hasta la gestualidad expresionista que se apoya en el equilibrio que media entre la representación, la composición y la expresión.
Desde la perspectiva del análisis visual, Alegoría revela la complejidad que ha alcanzado el mundo expresivo del artista. En esta obra, como forma y
como símbolo, se reúnen el paisaje urbano, el entorno rural y el despliegue industrial. El puerto, la usina y la represa, con sus construcciones de estética futurista, promueven los desarrollos formales, estructurales y cinéticos que construyen la obra. Lo abigarrado de la construcción gráfica se apoya en las formas simbólicas derivadas del industrialismo, propio de las primeras décadas del siglo XX -con sus veladas utopías de progreso y transformación- así como en el uso de una estética del “objeto industrial” (bobinas, pistones, cables, poleas, turbinas, chimeneas), entendido como derivación formal de la máquina, en su representación estilizada y aerodinámica, tanto en reposo como en movimiento.
El ser humano en su avatar como trabajador: obrero, minero o campesino, se suma a la máquina y a su furia dinámica: tractor, barco o avión. El grabado adquiere un nivel de superposición barroco, que sorprende por el control y la lucidez de su construcción. Se encuentran aquí -con gran acierto- la fluidez gestual del linóleo y la precisión formal en la articulación compositiva de las imágenes.
El grabado de temática social alcanza en Hermosilla una formulación crítica, donde se confronta, se incorpora y se fusiona lo humano –sujeto de pasiones y esperanzas- con el despliegue incesante de las energías mecánicas en su manifestación dinámica. La “alegoría” surge de la superposición entre lo humano y lo no-humano en clave de transformación político social. Esta superposición reúne los aspectos formales con los temáticos, generando múltiples lecturas en la polisemia de la obra. La acumulación, la repetición y la superposición de imágenes expresan también la máquina barroca de esta alegoría.
Se trata, en definitiva, de la manifestación total del universo gráfico del artista, donde las diversas formas de energía se conectan y traspasan, generando un circuito “eléctrico” sorprendente. Por el complejo y milagroso orden de la composición, a la vez que por la fuerza expresiva de las imágenes -que giran cual dinamos en torno de la figura central- esta linografía es una de las obras más logradas del maestro. Alegoría configura, sin duda, una de las mejores síntesis visuales de la prolífica actividad de Carlos Hermosilla como artista grabador.
[1] No se conoce el título de esta obra. “Alegoría” se utiliza aquí como descriptor.
Carlos Hermosilla, [Alegoría]. Linografía, 54 x 52,6 cm., c.1945
Jorge Martínez García
Jorge Martínez García es conservador Fondo de las Artes UPLA y del Museo Universitario del Grabado. Se desempeña como profesor de la Facultad de Artes de la Universidad de Playa Ancha y es un destacado artista grabador.